CARTAGO

Cartago

Cartago
Bandera Siglo XIII a. C. — 146 a. C.

Bandera
Bandera
Bandera

 
Ubicación de Cartago
Territorios de la República Cartaginesa en 270 a. C.
Capital Cartago, 400.000 hab. (146 a. C.)[1]
Idioma oficial Púnico
Gobierno Monarquía (Siglo VI adC – 308 a. C.)
República (308 – 146 a. C.)
Jefe de Estado  
 • 2 Reyes
 • 2
Sufetes
 • Cuerpo legislativo Consejo de los Cien y Asamblea Cartaginesa
Período histórico Edad del Hierro
 • Establecido Siglo XIII a. C.
 • Disolución 146 a. C.

Cartago fue una importante ciudad de la Antigüedad, fundada por los fenicios procedentes de Tiro en un enclave costero del norte de África, cerca de la actual ciudad de Túnez.[2] Su fundación tuvo lugar aproximadamente en el siglo XIII a. C. con el nombre de Qart Hadašt (en púnico: <קרת חדשת qrt ħdʃt>).[3]

Tras la decadencia de Tiro, Cartago desarrolló un gran Estado, de carácter republicano con ciertas características monárquicas o de tiranía, que evolucionó a un sistema plenamente republicano.[4] [5] En sus inicios, el territorio cartaginés comprendía sólo la ciudad y una pequeña área de unos 50 km². En el siglo VI a. C. los cartaginenses fueron ocupando un territorio entre 30.000 y 50.000 km², que constituyó la base del Estado Cartaginés. Partiendo de esta área, que se suele denominar metropolitana, se expandieron para crear entre los siglos V y III a. C. un imperio mercantil marítimo, aprovechando las factorías y ciudades existentes fundadas por los fenicios, o estableciendo otras nuevas, en Hispania, Sicilia, Cerdeña, Ibiza y en el norte de África, consolidando además su poder sobre Numidia y Mauritania. En su apogeo fue la primera potencia económica y militar en el Mediterráneo occidental. La República Cartaginesa se enfrentó a la República Romana por la hegemonía, siendo derrotada en el 146 a. C., lo que comportó la desaparición del estado cartaginés y la destrucción de la ciudad de Cartago.

En el 29 a. C. Octavio fundó en el mismo lugar la colonia romana Julia Cartago que se convirtió en la capital de la provincia romana de África, una de las zonas productoras de cereales más importantes del imperio. Su puerto fue vital para la exportación de trigo africano hacia Roma. La ciudad llegó a ser la segunda ciudad en importancia del Imperio con 400.000 habitantes.[6] En el año 425 los vándalos conquistaron Cartago durante el reinado del rey Genserico y la convirtieron en la capital de su nuevo reino. La ciudad fue reconquistada por el general bizantino Belisario en el año 534, permaneciendo bajo influencia bizantina hasta el 705 cuando un ataque musulmán la devastó nuevamente reduciéndola a cenizas y masacrando a todos sus habitantes.

 

La ciudad

Plano de Cartago romana.
Plano de Cartago romana.

El conocimiento trasmitido, procede casi en su totalidad de la gran campaña internacional de excavaciones para la salvaguarda de Cartago de 1975.[7]

Cartago estaba situada en una península comprendida entre el golfo y el lago de Túnez. La ciudad era protegida por una triple muralla, cada sección contaba con veinticinco metros de altura y unos diez metros de anchura, situada en el istmo, a unos 4 km del mar. La propia muralla tenía cuarteles con capacidad para albergar a 20.000 infantes. El diseño urbanístico y la arquitectura eran una mezcla de modelos con antecedentes sirio-palestinos de tipo predominantemente orgánico y de modelos de lógica hipodámica en parte creada por su propia práctica de la construcción y en parte, sobre todo en su última fase, por influencia griega y helenística.[8]

La zona alta se desplegaba partiendo de la colina de Byrsa, donde se hallaba la inexpugnable fortaleza del mismo nombre y el templo de Eshmún. En las laderas de la colina se hallaban las grandes residencias de la aristocracia cartaginesa. Se encontraron restos de casas recubiertas por las cenizas del incendio de su destrucción, en el año 146 a. C. poseían características muy similares a las helenísticas, siendo un recinto con calles concéntricas. En el barrio Magón se observa una operación a gran escala de una remodelación urbanística del siglo III a. C., con el aprovechamiento del espacio que ocupaba la antigua puerta de la muralla, del siglo V, para construir viviendas de lujo. El barrio de Salambó era el centro político y económico de la ciudad, estaba unido al puerto comercial por tres avenidas descendentes, y en él se hallaba el foro principal y el ágora, donde se establecía un intenso comercio. Probablemente, el Senado de Cartago se reunía para tomar decisiones en algún edificio de este barrio. Cerca del foro se alzaba el templo de Tofet, donde se han descubierto miles de estelas y de urnas que contenían esqueletos de niños calcinados, así como una capilla del siglo VIII a. C. Otros templos importantes eran aquellos dedicados a Melqart, a Shadrapa, Sakon o Sid. Era la parte de la ciudad más próxima al mar, donde se encontraban el puerto comercial y el militar. Estaba dotada con almacenes suficientes para albergar las mercancías comerciales y por casas de la clase baja. Dentro del área defendida por las murallas, al noroeste de la ciudad, se encontraba el amplio suburbio de Megara, ocupado por casas rurales, campos de cultivo y jardines.[9]

 

Los puertos

 
Laguna del puerto militar, con el Islote donde se ubicaba el almirantazgo (1958).
Laguna del puerto militar, con el Islote donde se ubicaba el almirantazgo (1958).

La ciudad de Cartago poseía dos grandes puertos, el comercial y el militar, que le permitieron dominar militar y comercialmente el Mediterráneo occidental. El acceso a los puertos desde el mar venía facilitado por una entrada de unos 21 metros de ancho, que en caso de necesidad era cerrada con una cadena de hierro. Los dos puertos estaban unidos por un estrecho canal navegable. Fueron construidos artificialmente, en lo que fue una gran obra de ingeniería, admirados y envidiados, y siendo los más famosos de la Antigüedad.

El puerto civil era de forma rectangular. Allí fondeaban las naves comerciales, que en su mayoría importaban garum, trigo, púrpura, marfil, oro, estaño y esclavos de las factorías, de las colonias y de las explotaciones agrícolas creadas en numerosos enclaves costeros a lo largo del Mediterráneo. Las exportaciones a otras ciudades, colonias o pueblos costeros nativos de las costas del Mediterráneo occidental fueron mercancías manufacturadas, vidrios, cerámicas, objetos de bronce o hierro, y tejidos de púrpura.

Islote del almirantazgo en la época púnica, según los arqueólogos británicos (1978).
Islote del almirantazgo en la época púnica, según los arqueólogos británicos (1978).

El puerto militar era de forma redonda y albergaba en su interior una isla artificial también circular. La isla era la sede del almirantazgo, y su acceso era restringido. El puerto militar según las fuentes clásicas podía albergar 220 barcos de guerra, y sobre los hangares se levantaron almacenes para los aparejos.[10] Delante de cada rada se elevaban dos columnas jónicas, que dotaban a la circunferencia del puerto y de la isla el aspecto de pórtico. Los restos arqueológicos descubiertos han permitido extrapolar la capacidad de acogida del sitio: 30 diques en la isla del almirantazgo y de 135 a 140 diques en todo el perímetro. En total, de 160 a 170 diques, podían albergar tantos barcos de guerra como han sido identificados.[11] [12]

Por debajo de los diques de la dársena se situaban los espacios de almacenaje. Se ha supuesto que en cada dique podían tener cabida dos filas de barcos. En medio del islote circular, se situaba un espacio a cielo abierto, a cuyo lado se levantaba una torre. Los diques podían tener sobre todo la función de astillero naval.[13]

 

Cartago capital del Estado púnico

La ciudad de Cartago desarrolló un gran Estado bajo su poder,. En sus inicios, el territorio cartaginés comprendía sólo la ciudad y una pequeña área de unos 50 km². En el siglo VI a. C. los cartaginenses fueron ocupando un territorio entre 30.000 y 50.000 km², que constituyó la base del Estado Cartaginés. Partiendo de esta área, que se suele denominar metropolitana, se expandieron para crear entre los siglos V y III a. C. un imperio mercantil marítimo, aprovechando las factorías y ciudades existentes fundadas por los fenicios, o estableciendo otras nuevas, en Hispania, Sicilia, Cerdeña, Ibiza y en el norte de África, consolidando además su poder sobre Numidia y Mauritania. En su apogeo fue la primera potencia económica y militar en el Mediterráneo occidental. La República Cartaginesa se enfrentó a la República Romana por la hegemonía, siendo derrotada en el 146 a. C., lo que comportó la desaparición del estado cartaginés y la destrucción de la ciudad de Cartago.

 

Cartago bajo el poder de Roma

Ruinas de villas romanas en Cartago
Ruinas de villas romanas en Cartago

Tras la destrucción de la ciudad fue prohibido habitar el lugar. Tras pasar 25 años hubo un intento de refundación de una ciudad, llamada Colonia Junonia, pero sólo duró 30 años y no prosperó, el lugar quedó habitado con pequeños asentamientos. El enclave tuvo que esperar hasta el año 46 a. C., en el que Julio César visitó el lugar durante el transcurso africano de la Segunda Guerra Civil de la República de Roma y decidió que allí debía construirse una ciudad por su excelente situación estratégica. Octavio, heredero de César, fundó la Colonia Julia Cartago en el 29 a. C.. La ciudad creció y prosperó hasta convertirse en la capital de la provincia romana de África, desbancando a Útica. La provincia de África ocupaba el actual Túnez y la zona costera de Libia, y en el futuro daría nombre a todo el continente. Esta provincia se convirtió en una de las zonas productoras de cereales más importantes del imperio. Su gran puerto era vital para la exportación de trigo africano hacia Roma.

En su esplendor durante el dominio de Roma la ciudad llegó a tener una población de más de 400.000 habitantes, convirtiéndose en la segunda ciudad en importancia del Imperio. Entre sus grandes edificios destacaban el circo, el teatro, el anfiteatro, el acueducto y, sobre todo, caben destacar las Termas de Antonino, que eran las más importantes después de las de Roma, situadas en un lugar privilegiado junto al mar y de las cuales aún se conservan restos. Poseía una gran y compleja red de alcantarillado capaz de suministrar agua a toda la ciudad.

En el siglo III el cristianismo empezó a consolidarse notablemente en Cartago. La ciudad contaba con su propio obispado y se convirtió en un importante lugar para la cristiandad. Distintas figuras importantes de la Iglesia primitiva se relacionan con Cartago: San Cipriano, que fue su obispo en el 248, Tertuliano, escritor eclesiástico que nació, vivió y trabajó en la ciudad durante la segunda mitad del siglo II y los primeros años de la centuria siguiente; y San Agustín, quien fue obispo de la cercana Hipona durante los últimos años del siglo IV y comienzos del siglo siguiente. En los siglos IV y V, en plena decadencia imperial, durante las invasiones bárbaras sirvió de refugio para los que huían de éstas. En el año 425 la ciudad resistió varios ataques de los vándalos, pero finalmente sucumbió en el 439.

 

Cartago capital del Reino Vándalo

 
El reino vándalo en el año 455.
El reino vándalo en el año 455.

Los vándalos fueron un pueblo bárbaro que inicialmente conquistó el sudeste de Hispania, y posteriormente se desplazaron a África conquistando Cartago durante el reinado del rey Genserico, y estableciéndola como capital de un nuevo reino. Una vez consolidado el mismo, iniciaron una serie de campañas militares en las que conquistaron las Baleares, Córcega, Cerdeña y Sicilia, lo que les permitió dominar el mercado del Mediterráneo occidental.

Genserico, el fundador del Reino vándalo, puso las bases del apogeo del mismo, pero también las de su futura decadencia. El cenit de su reinado y del poderío vándalo en África y el Mediterráneo lo constituyó la paz perpetua conseguida con Constantinopla en el verano del 474, en virtud de la cual se reconocían su soberanía sobre las provincias norteafricanas, las Baleares, Sicilia, Córcega y Cerdeña. No obstante, desde los primeros momentos de la invasión (429-430), Genserico golpeó a la importante nobleza senatorial y la aristocracia urbana norteafricanas, así como a sus máximos representantes en estos momentos, el episcopado católico, llevando a cabo numerosas confiscaciones de propiedades y entregando algunos de los bienes eclesiásticos a la rival Iglesia donatista y a la nueva Iglesia arriana oficial. Tampoco pudo destruir las bases sociales de la Iglesia católica, que se convirtió así en un núcleo de permanente oposición política e ideológica al poder vándalo. Respecto de su propio pueblo, Genserico realizó en el 442 una sangrienta purga en las filas de la nobleza vándalo-alana. Como consecuencia de ello, dicha nobleza prácticamente dejó de existir.

Rápidamente el reino vándalo entró en decadencia. Las luchas internas por el poder y la mala relación con la iglesia católica, muy asentada en la zona, junto con las incursiones de tribus beréberes, debilitaron el reino y facilitaron la conquista por el general bizantino Belisario en el año 534.[14]

 

Cartago Bizantina [editar]

Territorios del Imperio Bizantino en el siglo VII:      Territorios originales del Imperio      Territorios conquistados durante el reinado de Justiniano I
Territorios del Imperio Bizantino en el siglo VII:      Territorios originales del Imperio      Territorios conquistados durante el reinado de Justiniano I

Tras la reconquista por parte de los romanos orientales y la dispersión de los vándalos, la ciudad fue renombrada por Belisario como Colonia Justiniana, en honor al emperador Justiniano I de Bizancio. En esos años el Imperio Bizantino estaba en el cenit de su poder. Cartago volvió a ser capital de una provincia romana, llamada esta vez Exarcado de África. Los bizantinos, en los momentos más bajos de las guerras contra Persia, estuvieron a punto de perder Constantinopla; el entonces emperador, Heraclio, consideró la posibilidad de trasladar a Cartago la capital imperial en el 618. En el año 647 Gregorio, exarca de Cartago, tras haber perdido la conexión terrestre por el avance del Islam, se declaró independiente de Constantinopla.

Durante el gobierno del exarca Gregorio Cartago dejó de ser capital del exarcado. Durante su mandato se inició la rápida expansión islámica. En el año 641 cayeron bajo dominio del Islam las importantes y milenarias ciudades de Alejandría, Damasco y Jerusalén. La expansión del Islam resultaba impresionante. Las fronteras de Dar al-Islam en breve tiempo se encontraron en las cercanías de Cartago, y amenazaba con expandirse sobre ésta. El exarca Gregorio, reclutó y lideró un ejército formado principalmente por los beréberes autóctonos, logró plantar cara a los musulmanes en el año 647, que no tenían un excesivo interés en la zona todavía. Durante estos años la ciudad de Cartago había vuelto a recuperar cierto esplendor debido a la multitud de refugiados de Palestina, Egipto y Siria que habían huido de las matanzas provocadas por los musulmanes.

Gregorio murió en ese mismo de 647, Cartago volvió a ser capital del Exarcado, y se restauró la dependencia a Constantinopla. Durante cincuenta años el avance del Islam fue frenado. Los musulmanes, en el año 670, fundaron la ciudad de Kairouan, en la actual Túnez, que fue conquistada brevemente por los bizantinos. Durante este tiempo las tribus beréberes fueron islamizándose, en parte por iniciativa de los líderes musulmanes, lo que aumentó el poder del Islam en la zona. Finalmente, los musulmanes iniciaron un asedio sobre Cartago, en la defensa de la ciudad participó un gran contingente de visigodos, enviados por su rey para proteger el exarcado, con la intención de mantener alejada la marea islámica de sus dominios. Pero la ciudad fue tomada en el año 698.

El Imperio Bizantino reconquistó la ciudad durante breve tiempo, pero fue la última vez que la ciudad estuvo bajo poder cristiano. En el 705 un ataque musulmán devastó la ciudad reduciéndola a cenizas y masacrando a todos sus habitantes, como sucedió siglos atrás.

 

Devenir de sus ruinas [editar]

 
Cartago en la actualidad.
Cartago en la actualidad.

Desde entonces el territorio de la antigua Cartago fue largamente dominado por el Islam. Sobre sus ruinas tuvo lugar la Octava Cruzada en el año 1270, con el propósito de convertir al sultán de Túnez al cristianismo, en la que resultaría muerto el rey de Francia Luis IX. Fue conquistado por el célebre pirata Barbarroja, brevemente dominado por la España imperial de Carlos V, subyugado por el Imperio Otomano, colonizado por Francia, invadido por la Alemania nazi. Forma parte del territorio del Estado de Túnez desde que éste alcanzó su independencia.

Ruinas de Cartago.
Ruinas de Cartago.

Desde entonces Cartago empezó a adquirir una gran importancia arqueológica, dando lugar a la gran campaña internacional de excavaciones para la salvaguarda de Cartago de 1975. Las ruinas de Cartago fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 1979.[15] Entre las piezas arqueológicas halladas hay restos vándalos, bizantinos y, sobre todo, romanos, pero también aparecieron objetos púnicos. Allí encontraron algunos de los más bellos y mejor conservados mosaicos de la antigüedad, que datan de la época romana y se encuentran en el afamado museo de El Bardo de la capital tunecina.

En la actualidad la península donde se ubicaba la antigua ciudad es parte de un suburbio residencial lujoso de la ciudad de Túnez, el que se han asentado varias embajadas extranjeras. También está ubicada en este emblemático lugar la residencia del presidente de la República Tunecina, próxima a las ruinas de las Termas de Antonino. El nombre de Cartago permanece actualmente en varias poblaciones en el continente americano, llamadas así por los conquistadores españoles en honor a la Cartago Nova española.

 

El Estado

Si bien el territorio controlado por Cartago fue amplio, con numerosos vasallos y asociados, la zona propiamente colonizada por Cartago nunca llegó a ser muy extensa. El estado se dividía entre ciudades aliadas o socias como Útica, los territorios autónomos y el imperio propiamente dicho de Cartago que, según ellos mismos, contaba con unas 300 ciudades en la época de la Primera Guerra Púnica. La zona más rica y poblada era la llamada zona metropolitana; ésta a su vez se dividía en 7 circunscripciones llamadas pagi. Más allá del territorio cercano a Cartago se encontraba la Gran Sirte, un rico territorio costero en Libia-Túnez.

Aníbal Barca, general, aristócrata y senador cartaginés.
Aníbal Barca, general, aristócrata y senador cartaginés.

 

Monarquía Cartaginesa

Inicialmente fue gobernado por una oligarquía de ricas familias, en forma de monarquía en los siglos VI-IV a. C.. Coincidiendo con la caída de Tiro ante Babilonia en el año 580 a. C. Posiblemente por cierto vació de poder, se estableció un sistema monárquico doble. Caracterizado por la instauración de familias encumbradas en el poder por mucho tiempo, debido a las cualidades de sus individuos y a sus grandes riquezas. El poder de los reyes no era absoluto, solían ejercer de jueces y árbitros ya que existían otras instituciones como el Consejo de Ancianos o senado con el que debían compartir sus decisiones. Según algunos el Senado fue creado durante el siglo V a. C. Su función era asesorar al monarca en cuestiones de política y economía. Su organización nos es desconocida. Según Heeren, era muy numeroso y se dividía durante la etapa monárquica en la Asamblea (simkletos), y el Consejo privado la Gerusia, compuesto de los notables de la Asamblea. Según Theodor Mommsen, el gobierno había pertenecido primeramente al Consejo de los Ancianos o Senado, compuesto, como la Gerusía de Esparta, de dos reyes que el pueblo designaba en la asamblea y de veinticuatro gerusiastas probablemente nombrados por los propios reyes y con carácter anual. Se conoce la existencia de reyes que dirigieron a las tropas en las guerras de Sicilia durante los siglos VI y V a. C.. Pertenecientes a la dinastía de los Magónidas, En 480 a. C., tras la muerte de Amílcar I, derrotado por los griegos en la Batalla de Hímera. La monarquía perdió gran parte de su poder en manos del Senado y fue abolida por un movimiento social que dio lugar al gobierno de la República. Desde entonces y hasta el final, Cartago fue una república oligárquica.

 

República Cartaginesa

 

La república cartaginense era gobernada por varios órganos públicos pero reservados a la aristocracia, el más básico era la asamblea de ciudadanos (συγκλητος), constituida por varios cientos de individuos pertenecientes a las familias más acaudaladas e influyentes de la Cartago. La asamblea nombraba libremente a la mayor parte de los cargos de la ciudad, como el Consejo de Ancianos o Senado de los Cien (γερουσια), grupo de cien aristócratas formado de modo vitalicio, conocido desde el siglo IV a. C. Estaban encargados de funciones judiciales y de la supervisión de los funcionarios. Finalmente, la Asamblea de Ciudadanos se encargaba de la elección de los sufetes, de los sumos sacerdotes y de los generales. Los sufetes y los sumos sacerdotes eran miembros natos del Senado Cartaginense, llegando así a la cifra de 104 miembros. El senado también dirigía todos los procesos de la Asamblea, o las Pentarquías, grupos de cinco individuos que se ocupaban de los departamentos estatales y cubrían vacantes en el Senado. El Senado era el órgano más poderoso, compuesto en su totalidad por la más influyente aristocracia. Los sufetes eran dos magistrados elegidos anualmente entre las familias aristocráticas. Sus cometidos eran esencialmente civiles, la convocatoria del Consejo y de la Asamblea y funciones judiciales superiores.[16]

La constitución cartaginesa, como todas aquellas cuya base es a la vez aristocrática y republicana, se inclina tan pronto del lado de la demagogia como del de la oligarquía.[17] Aristóteles

El Consejo de Ancianos o Senado es conocido desde el siglo IV a. C. Junto a este consejo existía una comisión permanente de 30 individuos. Era un sistema oligárquico, controlado por las elites urbanas, grandes propietarias de tierras o vinculadas al comercio. Las tensiones eran las propias de la competencia por el poder entre individuos o grupos aristocráticos, y se verían acrecentadas con la expansión desde el siglo VI a. C., y especialmente con la rivalidad con Roma. Los conflictos bélicos en concreto favorecieron la aparición de caudillos militares y familias concretas, capaces de actuar con cierta independencia. Las diversas opciones políticas y comerciales con que se enfrentó el Estado cartaginés a lo largo del siglo III a. C., como potenciar la expansión en África o buscar nuevos mercados, también provocaron divergencias entre las facciones de la oligarquía, terratenientes y comerciantes, disputas a las que probablemente se vieron arrastradas las clases inferiores urbanas de comerciantes y artesanos.

 

Extensión de la República

Cartago nunca fue un estado homogéneo con límites definidos. Sus territorios se extendían por todo el litoral africano, desde Cirene hasta el Atlántico, por el sur de Hispania y por las grandes y fértiles islas del Mediterráneo occidental.[18]

Los estados del Mediterráneo en el año 219 a. C.      República Cartaginesa      República Romana      Reino de Macedonia      Egipto      Imperio Seléucida      Reino de Pérgamo      Reino de Epiro
Los estados del Mediterráneo en el año 219 a. C.      República Cartaginesa      República Romana      Reino de Macedonia      Egipto      Imperio Seléucida      Reino de Pérgamo      Reino de Epiro

En sus inicios Cartago no era poseedora del suelo que ocupaba, por lo que pagaba tributo a los indígenas libios por el alquiler; con el devenir del tiempo, prosperó conquistando tierras hacia el interior y en los países vecinos, dejando de pagar tributo a los indígenas en el año 450 a. C. Los libios fueron sometidos y reducidos a una condición inferior. Cartago fue llevando sus fronteras hasta las montañas y los límites del desierto gradualmente. Las posesiones norteafricanas, donde contaba con mayor influencia, en las costas de Numidia y Mauritania, fueron lentamente dominadas, salvo en la estrecha zona del litoral. Únicamente se establecían los cartagineses con solidez y rapidez en aquellas zonas en pugna con los griegos o de gran importancia comercial; por el este los límites de la República con la Cirenaica fueron determinados después de sangrientas guerras. Estrabón citó Turris Euprantus, en la parte oriental de la Gran Sirte, como la última ciudad cartaginesa. Por la parte occidental, los límites de Cartago llegaban hasta la costa atlántica marroquí, sin que se tenga un conocimiento exacto de dónde terminaban.

El núcleo de estos vastos dominios era el área metropolitana situada en el entorno de Cartago. Sus fronteras llegaban hasta las montañas númidas y los límites del Sahara. Ante la imposibilidad de someter a las tribus berberiscas que lo recorrían pastoreando sus ganados, las fronteras fueron custodiadas por una línea de puntos fortificados que cubrían el territorio. En Numidia y Mauritania Cartago controlaba muchas ciudades, tales como Hipona, Hadrumeta, la pequeña Leptis, Leptis Magna, Tapso y Tanapé. Después de la Primera Guerra Púnica expandieron sus dominios hacia el interior, hasta unos 240 km desde la línea costera, conquistando la ciudad más importante de los indígenas, situada en el inicio del río Bagradas, llamada Theveste.[19]

En los dominios cartagineses las colonias tenían gran importancia, formando un verdadero imperio. La más rica era Cádiz y se extendían por toda la costa sur de España una cadena de importantes establecimientos comerciales.[20] Las Baleares fueron colonizadas desde el siglo VII a. C., sirviendo de base de operaciones contra sus enemigos, los griegos de Massalia. Ya en el siglo VI a. C. se encontraban los cartagineses establecidos en Cerdeña, donde fundaron Cagliari. En Sicilia controlaban las importantes ciudades de Lilibea, Panormo y Solocis. Se establecieron al noroeste de la isla, si bien su territorio varió debido a los conflictos con los griegos. Las pequeñas islas vecinas también les pertenecían, las Egadas, Melita, Gaulos y Cosira. En general, los indígenas habían tenido que optar entre buscar refugio en las montañas o someterse a la voluntad de los púnicos. Cartago tenía una concepción más abusiva y dura de la labor civilizadora que Roma. Las propias ciudades libio-fenicias del territorio cartaginés siempre fueron sometidas a condiciones muy duras.[21]

 

Ejército

 

El poder militar fue ejercido por los magistrados sufetes hasta el siglo III a. C., y a partir de entonces se otorgaba a generales, nombrados directamente por el senado. Las obligaciones militares de Cartago estaban comprometidas por la escasa demografía del país. Debido a ello, Cartago se acostumbró a enrolar gran número de mercenarios, norteafricanos libios, beréberes, galos y, sobre todo, procedentes de la península Ibérica, constituyendo las tropas cartaginesas de la época de las guerras púnicas, si bien siempre enroló a ciudadanos en sus ejércitos, sobre todo los procedentes de los estratos mestizos libio-púnicos en su infantería. La aristocracia también participaba al enrolarse los jóvenes en la legión sagrada.[22]

 

Cartago fue durante varios siglos la más poderosa potencia naval del mediterráneo occidental hasta la derrota en la primera guerra púnica, al controlar la zona del Estrecho de Gibraltar, cerrándolo a sus rivales griegos, e impidiendo la creación de más colonias griegas en el occidente mediterráneo.

Durante las guerras con Roma, Cartago se organizó en escuadras de doce barcos, podía formar flotas de ciento veinte barcos y, en casos especiales, de más de trescientos. Según Polibio, en el 256 a. C. la flota disponía de 350 naves. Su principal navío de combate era el quinquerreme. Contaba con una tripulación de 120 soldados y 300 marineros de los que 270 eran remeros dispuestos en tres órdenes: dos en el superior, dos en el medio y uno en el inferior. La proa llevaba un espolón reforzado con bronce para atacar los barcos enemigos. Cerca de la proa estaba el castillo donde se ubicaban los arqueros y las catapultas. A popa dos grandes remos servían de timones. Disponía de una vela cuadrada en un mástil retráctil en el centro y otra más pequeña en la proa para los vientos transversales. Durante los combates los barcos se desarbolaban y la propulsión se confiaba a los remeros. Las tripulaciones estaban constituidas exclusivamente por ciudadanos cartagineses, a diferencia del ejército que se nutría de mercenarios.[23]

 

La sociedad

La sociedad fenicia era tradicionalmente controlada por una aristocracia de tipo comercial. Esta élite fijaba las políticas y las leyes de cada colonia. Por debajo de estos aristócratas estaban los campesinos y los artesanos. En la cima de la escala social, junto con los aristócratas, estaban los sacerdotes, casta numerosa y fuerte, sobre la que tenemos escasas noticias.[24] El pueblo urbano o la plebe estaba formado por artesanos, entre los que destacaban los dedicados a industrias textiles, a la metalurgia, y a los oficios del vidrio, de la madera y a los relacionadas con la construcción naval.

Los esclavos eran numerosos, sin que se conozca su numero. También existían ciudadanos de segunda, mayoritariamente indígenas libios sometidos o mestizos; éstos vivían como obreros agrícolas en las propiedades rurales de la aristocracia, en la zona metropolitana alrededor de Cartago, dedicados sobre todo a cosechar cereales, que cultivaban directamente, entregando al Estado una parte de las cosechas. La población indígena se sublevó en dos ocasiones contra los cartagineses: en el 396 y el 379 a. C. También fueron utilizados como soldados, sobre todo en la II Guerra Púnica.

 

Religión

 
Altar a Tanit, diosa de la fecundidad.
Altar a Tanit, diosa de la fecundidad.

Los cartagineses preservaron de Tiro sus creencias religiosas y durante su edad inicial no se establecieron diferencias con respecto a la ciudad fundadora, si bien no existe abundante documentación hasta el siglo V a. C. En esta primera etapa la deidad más importante debió ser Melqart, señor de Tiro, a cuyo templo se enviaba desde Cartago anualmente una ofrenda de la ciudad. Pero esta tradición se abandonó durante el siglo VII a. C., y a partir del siglo siguiente comenzaron a observarse peculiaridades específicas de Cartago. La principal es que los dioses más venerados pasan a ser Tanit, Pelé, Baal, divinidad femenina, y Baal Hamon, masculina. Tanit está considerada como Astarté diosa de la fecundidad, cuyo culto incluía la prostitución llamada hierogamia, que consistía en prostituirse en un templo simulando la unión con la deidad con fines religiosos destinados a la fertilidad. Durante la romanización fue asimilada a Juno y no a Venus, como hubiera correspondido de ser equivalente de Astarté.[25] Asimismo, los romanos convirtieron a Baal Amón en Saturno. Tanit suele representarse bajo un símbolo antropomorfo. Baal Hamon se supone representado en algunas esculturas o relieves en forma de un personaje masculino de cierta edad, sentado en un trono entre dos esfinges.

Otra característica de la religión cartaginesa es haber conservado la práctica de los sacrificios humanos.[26] Desaparecida en Fenicia. El sacrificio consistía en ofrecer la vida del hijo primogénito al dios Baal Hamon en el rito del Molk. Sin que ni Darío Histaspes ni Gelon de Siracusa lograran hacerlas abolir. Lejos de eso, persistió hasta los días mismos de la caída de Cartago. Según Diodoro, la estatua del Molk era de bronce. Sus brazos abiertos llegaban hasta el suelo y los niños que en ellos se depositaban caían en un horno ardiendo. Este rito se practicaba dentro del Tofet, recinto en el cual posteriormente se depositaban los huesos calcinados de los sacrificados.[27] Esta práctica es mencionada por Plutarco, así como Tertuliano y Diodoro Sículo. No así por otros historiadores como Tito Livio o Polibio. Las excavaciones arqueológicas modernas parecen haber confirmado la versión de Plutarco, estimándose en unas 20.000 las urnas depositadas entre el 400 a. C. y el 200 a. C. en el cementerio de niños en el Tofet. Las urnas contenían huesos de recién nacidos y, en algunos casos, de fetos y niños de 2 años, indicando que si el niño nacía ya muerto, el hijo más joven debía ser sacrificado por los padres. Otras teorías defienden que, simplemente, se trata de los restos calcinados de hijos que fallecieron de muerte natural. A la vista de otras evidencias halladas en Canaán, esta teoría parece menos probable.

El dios Baal Hamon representado como un hombre de edad en un trono entre dos esfinges.
El dios Baal Hamon representado como un hombre de edad en un trono entre dos esfinges.

Parece ser que el lugar elegido para el Tofet fue el mismo donde la reina fundadora de la ciudad, Elisa, se inmoló. Es, quizá, por esa inmolación que apareció la tradición del Tofet. Tiene cierta similitud el caso de la mujer de Asdrúbal, el general derrotado en la última Guerra Púnica, que se lanzó a las llamas con sus hijos desde lo alto del templo de Eshmún, último bastión de la resistencia cartaginesa, cuando los soldados romanos ya habían entrado en la ciudad.[28]

El orientalista alemán Gesenius describió detalladamente al pueblo púnico, definiéndolo como un pueblo profundamente religioso. La religión presidía todos sus actos. Al nacer un niño se le colocaba bajo la protección de una divinidad, imponiéndole su nombre. Nunca iniciaban una empresa sin pedir antes la protección de los dioses. Todo acontecimiento positivo o negativo debía tener su sacrificio de gratitud o expiatorio. En sus navegaciones o en la guerra llevaban consigo sus dioses penates. En los campamentos militares siempre se colocaba en el centro el santuario, al igual que los hebreos, a quienes vemos siempre acompañados del Tabernáculo al marchar contra el enemigo. En cada nueva colonia fundada, el primer edificio público que se levantaba era el templo.[29]

Tenían también el culto de los muertos y respetaban los túmulos. Jamás hicieron la guerra por proselitismo, ni tuvieron vocación de expandir su culto a los indígenas que sometían. Las funciones sacerdotales no eran hereditarias entre los cartagineses; las desempeñaban por lo general los nobles, y eran signos de distinción que solían ir unidos a otros cargos importantes.

 

Exploración y comercio

Las navegaciones de los cartagineses y su comercio solían restringirse al área previamente establecida por los fenicios, un área muy amplia, que les provenía del control de la zona del estrecho de Gibraltar, y de disponer de las fuentes metalíferas más importantes del Mediterráneo.

Reproducción de un trirreme.
Reproducción de un trirreme.

Por las fuentes clásicas existe conocimiento de dos expediciones atlánticas, con finalidad de explorar costas desconocidas y realizar nuevas fundaciones, que fueron dirigidas por Hannón e Himilcón. La primera puede constatarse a través del llamado Periplo de Hannón, texto griego que traduce, en forma resumida, el relato original del viaje. Se establece que tuvo lugar durante el siglo V a. C., y consistió en una expedición organizada por el Estado y dirigida por Hannón, rey de los cartagineses, de la dinastía de los Magónidas. Según el documento intervinieron 60 buques de unos 50 remeros y gran número de personas, la cifra de 30.000 que se da es, sin duda, muy exagerada. Tomando Gadir como base, siguieron la costa atlántica de Marruecos hacia el sur, estableciendo primero colonias y factorías y dedicándose en la última parte del recorrido a la exploración de costas desconocidas. Los historiadores no se han puesto de acuerdo sobre hasta dónde llegaron, para unos el litoral senegalés, para otros la costa de Guinea. Tampoco se pueden fijar exactamente los puntos donde fueron establecidas las colonias, dada la inexactitud del texto.[30]

Todavía hay menos datos sobre las expediciones atlánticas desde el estrecho de Gibraltar hacia el Norte pero las fuentes clásicas citan un Periplo de Himilcón, navegante de época contemporánea de Hannón, que recorrió el litoral hispano hasta el norte de Francia llegando a las Islas Británicas. También desarrollaron rutas y exploraciones por tierra, a través del Sahara, para comerciar con Nubia, Sudán y Etiopía, regiones productoras de oro, esclavos y materias exóticas para el mundo mediterráneo. Varias ciudades de la costa del actual estado de Libia, como Leptis Magna y Sabrata, fueron fundadas con el fin de ser el punto de partida de rutas terrestres a través del Sahara. Actualmente existen pocos datos históricos sobre la acción cartaginesa a través del Sahara, pero se estima que fueron, desde el Mediterráneo, los iniciadores de la exploración del desierto.

Restos arqueológicos de una factoría en Baelo Claudia para la elaboración de garum, una salsa de pescado con la que comerciaban.
Restos arqueológicos de una factoría en Baelo Claudia para la elaboración de garum, una salsa de pescado con la que comerciaban.

Los cartagineses heredaron una intensa actividad comercial marítima de los fenicios, aprovechando las ciudades ya existentes. Extendieron y consolidaron esta amplia red de colonias comerciales en las costas del Mediterráneo occidental. Paralelamente, la aristocracia púnica encabezó la fundación de nuevas colonias y factorías en enclaves costeros a lo largo del Mediterráneo. También se inició el establecimiento de explotaciones agrícolas en el interior. La agricultura se centró en los cereales, el vino y el aceite; su alta producción fue un modelo de explotación racional en la antigüedad. Los cartagineses elaboraron tratados de agricultura muy apreciados, hasta el punto de que alguno de ellos fue traducido al latín por orden del Senado romano. Los cartagineses comerciaban con numerosos artículos, buscando artículos primarios en Iberia y el norte de África, como el garum, salsa de pescado en salazón de sus factorías, piedras preciosas, sal, marfil, de fácil obtención pues en el norte de África vivían elefantes, oro, estaño, plomo y esclavos. A cambio, ofrecían artículos elaborados en la propia Cartago, como vidrios, en general, la pasta vítrea jugó un importante papel para la confección de collares y pequeñas vasijas destinadas a contener perfumes, vajillas, alfarería, vestidos, tejidos de púrpura, objetos de bronce o hierro, yugos o arneses para animales, joyas de oro y plata, o productos cultivados en su área metropolitana como el trigo, el vino, higos, aceite o dátiles.[31]

El imperio comercial cartaginés tuvo, en sus inicios, una fuerte dependencia de sus relaciones con Tartessos, así como de otras ciudades de la Península Ibérica. Contaba allí con varias colonias, como Gadir, más antigua que la propia ciudad de Tartessos. De allí se obtenían grandes cantidades de plata y estaño, necesario para la fabricación del bronce tan usado en aquella época.[32]

Inicialmente el comercio se basaba en el trueque, hasta la aparición de la moneda en el siglo IV a.C. El trueque se siguió utilizando para comerciar con los indígenas. Llamado por Heródoto el trueque silencioso, así se describe en Relatos libios:

Moneda con la efigie de Aníbal.
Moneda con la efigie de Aníbal.
Los cartagineses desembarcan en la playa sus mercancías para exponerlas. Regresan a los barcos y hacen humo para avisar a los indígenas. Éstos, al ver el humo, se acercan al mar y colocan al lado de las mercancías el oro que ofrecen para el cambio, para luego retirarse. Los cartagineses vuelven a bajar a tierra y miran lo que han dejado. Si les convence, cogen el oro y se van. Si no, vuelven a subir al barco a la espera de que los nativos mejoren su oferta.

Hay constancia y conocimiento de lo ocurrido por lo transmitido en la poesía épica griega y lo narrado por los historiadores contemporáneos de la República Romana, que dejaron constancia de la oposición militar de Cartago a las ciudades-estado griegas y después a Roma. Ampliamente difundido también gracias al teatro griego y a sus comedias, que han traído hasta nuestros días descripciones de los mercaderes cartagineses, vendedores de tela, vasijas y joyería.

Los productos alfareros cartagineses encontrados en yacimientos, muy abundantes y con marcado carácter industrial, son muy lejanos en calidad de los griegos contemporáneos. El comercio dirigido a los pueblos indígenas nunca tuvo por prioridad la calidad, por ello no hallamos una orfebrería comparable a la de sus predecesores fenicios. Las joyas, de oro y plata, son sencillas. Gran parte del éxito de Cartago en el comercio y el control del Mediterráneo se debe a la posición de la ciudad y el conocimiento heredado por los fenicios.

 

Idioma, arte y literatura

Lenguas en el siglo VI a. C.
Lenguas en el siglo VI a. C.

La lengua hablada por los cartagineses se conoce como idioma púnico. Es una lengua de origen semítico.[33] También considerada fenicia por su origen, se mantuvo durante toda la etapa cartaginesa. Se expandió por todo el territorio metropolitano de Cartago, así como por las grandes islas del Mediterráneo, y en los numerosos enclaves costeros púnicos en el Mediterráneo occidental. En el norte de África era usada en las ciudades y colonias fenicias, siendo la población indígena y rural ajena a ella. Se extendió ampliamente debido a su uso comercial.

Su literatura se conoce a través de la epigrafía, que es pobre, ya que la mayoría de las inscripciones son dedicatorias religiosas, en cuyo texto se repiten siempre las mismas inscripciones. El alfabeto estaba compuesto por 22 letras y se escribía de derecha a izquierda, como el actual hebreo. Era un sistema simple, por lo que permitía la difusión del conocimiento y la cultura. Las diferencias con el fenicio son escasas. Aunque sabemos que crearon literatura, sobre todo religiosa, así como histórica o práctica, casi todas las obras se han perdido casi íntegramente. Conocemos la existencia de un tratado de agronomía, traducido al latín por el interés práctico que ofrecía para los romanos, y la traducción al griego de la narración del Periplo de Hannón por las costas africanas. Las bibliotecas y obras existentes en Cartago cuando su destrucción en el 146 a. C. pasaron en parte a los reyes mauritanos y al rey númida Masinisa.

La lengua siguió utilizándose después de la caída de Cartago, en los reinos de Numidia y Mauritania. En el año 197, ya después de Cristo, Septimio Severo, un romano nacido en las proximidades de Cartago, de cultura púnica y dominadora de aquella lengua, llegó a ser emperador de Roma. Todavía era usada y conocida ampliamente en el siglo V de nuestra era por Procopio y Agustín de Hipona, por ser todavía la lengua de los campesinos de Túnez. Los textos de la época dicen que aún en el siglo VI los campesinos de Túnez utilizaban la lengua púnica de forma cotidiana, pero la llegada del Islam y la segunda destrucción de la ciudad de Cartago supuso el fin de la herencia púnica. Probablemente el último reducto del púnico fue la isla de Malta.[34]

Placa con esfinge. Arcilla. Siglo VI a. C. de la Necrópolis cartaginesas en Ibiza
Placa con esfinge. Arcilla. Siglo VI a. C. de la Necrópolis cartaginesas en Ibiza

Los cartagineses no destacaron en las artes ni las desarrollaron, heredaron la fenicia cuya característica principal es la falta de elementos distintivos, como resultado de crear una cultura mixta con características de los diversos pueblos con los que mantenían su comercio, de Egipto, de Asiria, del Asia Menor, y de Grecia.[35] Los cartagineses crearon sus primeras obras de arte continuando ésa tradición fenicia, recreando los caracteres distintivos de ésta de un modo grosero. Las relaciones de los cartagineses con los griegos introdujeron gradualmente entre ellos las artes helénicas, siendo muchas veces realizadas por artistas griegos. Tenemos constancia de que fueron helenos los que diseñaban las monedas púnicas que se acuñaban desde el siglo V a. C.

Durante las guerras sicilianas, fueron llevadas a Cartago como botín de guerra numerosas estatuas griegas que terminaron adornando sus templos y plazas públicas. Los más importantes santuarios de Cartago consagrados a Baal Hammón y a Tanit fueron construidos según el estilo griego de la época helenística. La mayor parte de los símbolos que adornan las estelas de los santuarios, fueron esculpidos en su mayoría por obreros bárbaros, y están inspirados en la fauna y en la flora africana, creando un característico estilo indígena distintivo de lo helénico. Entre esos símbolos, el más frecuente es una mano abierta levantada hacia el cielo. Los demás símbolos consisten en el Uraeus egipcio y el disco solar con la media luna, que se refiere a Tanit, el cordero referente a Baal Hammón, el caduceo, el elefante, el toro, el conejo, los peces, la palmera, el timón, el áncora, el hacha, la flor del loto, vasos de diversas formas, naves y frutos. [36]

En la isla de Gozzo existen las ruinas de un templo de Tanit construido en el siglo IV a. C. está compuesto por santuarios de planta ovoide o elíptica. Por lo demás, en ninguno de los lugares indicados, ni en España, ni en Marsella, ni en Córcega se han hallado restos de templos. El motivo por el que no se conocen los edificios cartagineses mas que por crónicas, es debido a que tras la conquista de Cartago en 146 a. C. sufrieron una demolición sistemática. La mayoría de los restos de arte conservado son monedas y pequeñas figurillas de barro.

 

La leyenda

Eneas contándole a Dido las desgracias de Troya,Pierre-Narcisse Guérin (1815), París, Louvre.
Eneas contándole a Dido las desgracias de Troya,Pierre-Narcisse Guérin (1815), París, Louvre.

Según la leyenda que ha sido adulterada por algunos escritores clasicos latinos, Cartago fue fundada en el 814 a. C.[37] por la princesa Dido, hermana de Pigmalión, rey de Tiro. Éste, que ambicionaba el tesoro de Siqueo, esposo de Dido, la obligó a que le revelase la ubicación de dichas riquezas. Dido engañó a Pigmalión indicándole un falso lugar y éste primero asesinó a Siqueo y después buscó la fortuna, mientras Dido lo desenterraba y huía con el tesoro y sus seguidores. Embarcó y navegó hasta llegar a la región habitada por los libios, donde solicitó al rey local tierras para fundar una ciudad pero, reacio a la intrusión, solo le concedió el terreno ocupado por una piel de toro. Dido, mujer ingeniosa, cortó la piel en finísimas tiras y así delimitó una gran extensión e hizo construir una fortaleza llamada Birsa, que más tarde se convirtió en la ciudad de Cartago.

Cuando Troya cayó en poder de los aqueos, Afrodita dijo a su hijo Eneas, uno de los caudillos del ejército troyano, que huyera de la ciudad y no muriera como un buen troyano, pues Troya ya no existía y para él se había reservado otro futuro. Tras varias escalas, llegó a Cartago, donde la reina Dido se enamoró locamente de él, permaneciendo largo tiempo juntos. Pero Eneas recibió de Júpiter la misión de fundar un nuevo pueblo, debiendo partir a su destino. La noche que Eneas embarcó con su gente, Dido corrió a convencerle para que no partiera, sin que Eneas mostrara la más mínima duda sobre su marcha. Dido, tras verle partir, ordenó levantar una gigantesca pira donde mandó quemar todas las pertenencias de Eneas. Al amanecer subió a la pira y, tras condenar a Eneas y a todos sus descendientes, hundió en el pecho la espada de Eneas y se arrojó al fuego. Según la tradición, Rómulo y Remo son descendientes de Eneas por medio de su madre, Rea Silvia, siendo Eneas el progenitor del pueblo romano. En su muerte, Dido condenó no sólo a su amante, sino a todos los romanos.[38]

Y vosotros, ¡oh, Tirios!, cebad vuestros odios en su hijo y en todo su futuro linaje... Nunca haya amistad, nunca haya alianza entre los dos pueblos… ¡playa contra playa, olas contra olas, armas contra armas, y que lidien también hasta sus últimos descendientes!.[39]
POR EDUARDO JAVIER CASTRO
 
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